Shakespeare en Roma ¡Vival el Teatro!

Hoy voy a correr muchos riesgos. El primero, autoplagiarme. Creo que hace algunos años escribí algo parecido, así que… ¡allá voy!...

¿Para qué sirve un teatro? pues básicamente para hacer y ver teatro. ¿Y punto?. Puede utilizarse para otras muchas cosas. El Teatro Romano de Mérida, por ejemplo, se ha usado para hacer actos institucionales, entregas de premios, rodaje de anuncios. También para otras disciplinas escénicas como danza y musicales. Incluso sirvió como plaza de toros, cuando era conocida como Las Siete Sillas y de refugio antiaéreo durante la Guerra Civil Española.

Pero realmente, para lo que nos gusta a quienes nos consideramos amantes del teatro, así sin más, es para eso, para ver teatro. Y la 69 Edición del Festival de Mérida hasta ahora solo nos ha dado musicales y un maravilloso reestreno de “Los Gemelos” de Plauto. Nada criticable y todo disfrutable, pero servidor confiesa que tenía ganas de teatro dramático, con sus conspiraciones palaciegas, sus asesinatos y amputaciones como mandan los Dioses, sus personajes histriónicos, los malos, los buenos, los tontos, los listos...

¿Y quien mejor que Shakespeare para ello?, porque señor@s, Shakespeare nunca defrauda. Pueden defraudar quienes lo dirigen o interpretan pero, después de lo visto en el pase gráfico de anoche insisto en que será difícil que me equivoque. Así asumo el segundo riesgo, el de crearme unas expectativas acorde con el británico.

Shakespeare en Roma es una propuesta nunca vista hasta ahora en este escenario en la que se presentan cuatro de sus obras: Coriolano, Julio César, Antonio y Cleopatra y Tito Andrónico. El vestuario es una combinación de piezas clásicas (capas, togas, cinturones…) con indumentaria militar actual que, de alguna manera, trata de trasladar y atemporalizar el mensaje de cada una de las obras que Shakespeare escribiese sobre temática romana.

Hay tantos directores y dramaturgos como obras. Así, la parte de CORIOLANO está dirigida por Rui Madeira con dramaturgia del ucraniano Volodymyr Snegurchenko que, lógicamente, dejará la impronta de la terrible guerra que se libra en el Este de Europa. JULIO CÉSAR está dirigida por María Barcala y Xúlio Lago bajo dramaturgia de Ana Carreira. En cuanto a ANTONIO Y CLEOPATRA, la dirección la firma Sara Rey y la dramaturgia Ana Abad de Larriva. Y TITO ANDRÓNICO, por último, está dirigida por Quico Cadaval y la dramaturgia es de Lorena Conde.

El elenco de actores y actrices es el mismo para las cuatro partes que se suceden sobre el escenario con fusión entre una y otra y está compuesto por Xurxo Cortázar, Sheyla Fariña, Keka Losada, Rebeca Montero, Fran Peleteiro, Marcos Orsi, Santi Romay y Toni Salgado.

A estas alturas, no hace falta ser un lince para darse cuenta de la impronta galega del montaje. Así, la producción ejecutiva corresponde al Centro Dramático Galego. El diseño del vestuario es de Saturna, la iluminación de Juanjo Amado, el espacio sonoro corresponde a Xosé Lois Romero y la asistencia de producción es de José Díaz. Keka Losada ayuda en la Dirección a los cuatro titulares. La escenografía, el attrezzo y el vestuario son del equipo técnico del Centro Dramático Galego. Rosa Moledo ha sido la encargada de coordinar, traducir y corregir los textos.

Destaco la escenografía porque me ha parecido perfectamente integrada en el escenario y nada invasiva ni distorsionante con un espacio clásico y monumental como el frente escénico del Teatro Romano de Mérida.

Recapitulemos… teatro, Shakespeare, romanos, Centro Dramático Galego… sumemos ganas de ver teatro y tendremos una maravillosa noche que, estoy convencido, dejará huella en esta 69 Edición.

Ojo, se nos advierte de que el montaje dura 2 horas y 20 minutos, no es recomendable para menores de 16 años, sale algún desnudo y algún sonido puede resultar sorpresivo.