El Conde de Montecristo conquista Cáceres

Que en Extremadura se hace buen teatro puede parecer una perogrullada a estas alturas, máxime si se está al tanto de lo que acontece en las tablas durante el año. En verano, los certámenes clásicos como el de Cáceres, Mérida o Alcántara se encargan de poner en escena alguno de los mejores montajes y este es el caso de “El Conde de Montecristo”, coproducción de Samarkanda Teatro y la Junta de Extremadura que tuvimos el privilegio de ver el pasado domingo dentro del XXX Festival de Teatro Clásico de Cáceres, en la Plaza de las Veletas.

La obra de Alejandro Dumas, publicada en 1844 nunca había sido adaptada al teatro hasta que a Paloma Mejía se le ocurrió hacerlo. Ella es la responsable de la versión y adaptación, firmando también la dirección de la obra, lo cual es un verdadero lujo ya que cuenta en su haber con montajes como Los Miserables o Cirano de Bergerac entre otros.

Un lujo también es poder ver teatro al aire libre, en el entorno monumental de Cáceres y hacerlo con una obra como esta en la que todo, absolutamente todo, destaca por su efectividad. Para empezar, la escenografía, diseñada por Luisa Santos y que en combinación con la iluminación de Soniluz y Fran Cordero, nos ofrece tantos ambientes en uno como la propia obra precisa. Un mundo de puertas que se abren y cierran por cualquier lateral o rincón y trampillas que lo mismo escupen al Abate Faria como se tragan a Danglars o a Villeford. Esta brillante escenografía está realizada por Carpintería El Molino.

Luisa Santos también ha diseñado el vestuario que han cosido Isabel Trinidad y Lucía Galán. Las caracterizaciones las firma Pepa Casado y en la Dirección ayuda Pilar Contreras tan bien como asiste a escena Juanjo Gragera.

La música casi épica está compuesta por Miguel Angel Gragera y Jorge López y nos sumergen junto con la escenografía e iluminación en el mundo que Dumas ideó en esta novela, dotando de gran brillantez a momentos tan redondos como el del duelo a espadas entre Mondego y Dantés. Escena que se ha montado bajo la dirección en esgrima que hace el propio actor Javier Mejía.

Guillermo Serrano es Edmundo Dantés, un Conde de Montecristo defendido con mucha autoridad sobre las tablas, tanta que mantiene la atención sin esfuerzo durante las aproximadamente dos horas de función. Ana Batuecas interpreta a Mercedes Herrera, imprimiendo su dulzura y dotando del romanticismo tan necesario en esta obra en cada escena en la que interviene. La pareja escénica a la que nos estamos acostumbrando a ver y que siempre esperamos con anhelo compuesta por Rafa Núñez y Juan Carlos Castillejo encarnan al Abate Faria y a Caderousse respectivamente, poniendo las dosis exactas de humor en el texto de Dumas. Gloria Villalba y Fermín Núñez son Madame et Monsieur Danglars, alimentando con maestría las intrigas y entresijos de la obra con la ayuda del tercero en discordia, Jose Antonio Lucía que imprime un tormento a su personaje Villeford que traspasa la barrera entre el escenario y el público. Javier Mejía es "el malo de la película" Fernand Mondego, un personaje malvado y retorcido que interpreta con gran acierto. José Fernando Ramos llegó al teatro extremeño no mucho ha para pisar con la seguridad de su raza los escenarios que Melpómene pusiera en su vida como actor, en esta ocasión interpreta al Dantés joven. Arturo Núñez encarna a un más que correcto Alberto de Morcef estando a la altura del resto de sus compañeros de reparto que lo redondea el pequeño Victor Núñez Santos dando vida al niño secreto supuestamente enterrado vivo por Villeford y demostrando que alguien que ni siquiera ha llegado a la adolescencia puede ser contundente en un escenario.

Hablamos de un montaje que, una vez comenzada la gira por Samarkanda Teatro, no deberías perderte allá donde tuvieses la oportunidad de verlo y, ojo, se volverá a colgar el cartel de “No hay Entradas”, como en Cáceres el Domingo. Habrá futuras versiones, estamos seguros, porque lo bueno siempre crea escuela, pero esta es la primera y muy difícilmente superable.